viernes, 22 de marzo de 2013



                    

   EL CAMPO DE LA CRUZ NEGRA.


¡Campo de concentración
de la ciudad de Castuera!
Cementerio de hombres vivos
en purgatorio de ideas
que esperaban anhelantes
el final de la tragedia.
Un espacio rodeado
por espinosa alambrera
con foso profundo y ancho
guardado por centinelas
que cantaban por la noche
sus fatídicas alertas.
Noventa y dos barracones
con armazón de madera
y techumbre de uralita
que destilaban candela,
donde diez mil prisioneros,
ocultaban su pobreza
entre nubes de piojos
y lecho de dura tierra.
Todas las plagas humanas
hacían acto de presencia,
pero sobre todo el hambre,
un hambre feroz y terca,
que manchaba voluntades
y sobornaba flaquezas
al no tener al alcance
para comer ni la hierba;
ni agua para lavarse,
ni asiento para las piernas;
por retrete varias zanjas,
pico y pala a toda vela
y vergajo a cada instante,
la ley de la España Nueva.
Militares españoles
sin corazón ni conciencia
santificados por Dios
y alentados por la Iglesia,
que adivinaba enemigos
en cualquier hombre de izquierdas,
apaleaban hermanos
que habían perdido la guerra
y gemían desesperados
maldiciendo su impotencia.
Allí quedaron tendidos
en la falda de la sierra,
en tumbas inverosímiles
excavadas entre piedras
con el cuerpo atravesado
por balas de metralleta
que los españoles "buenos"
les dieron por recompensa.
Jamás se sabrá de ellos
ni sus nombres harán gesta
para cantarla en romances
por calles y por plazuelas;
serán muertos ignorados,
héroes de la resistencia
a un regimen dictatorial
que se impuso por la fuerza.


     Poco puedo decir acerca de Juan Misut Cañadilla, el autor de este poema, además de saber que leyó a Espronceda. En un libro sobre el trabajo esclavo en la dictadura de Franco (Los esclavos de Franco de Rafael Torres, por si a alguien le interesa el tema) topé con un extracto del poema y gracias a alguien que lo colgó en internet he podido encontrarlo y leerlo integramente. De su sentido homenaje a aquellos sufridos vencidos, de la descripción del campo, de sus duras condiciones y de las  carceleros, se desprende fácilmente que Juan Misut Cañadilla fue uno más de aquellos "heróes a la resistencia"  que, más de setenta años después de los hechos, siguen ocultos en la memoria de un pueblo reacio a mirar  y a afrontar con serenidad su pasado.